Cuando la ciudad de Roma se independizó del poder etrusco, comenzó a desarrollar un arte propio con influencias etruscas y griegas.
La pintura que realizaban era sobre todo mural, acostumbraban a decorar las paredes con mucho colorido. Usaban para ello encausto, que es un tipo de pintura muy densa y cremosa, creada con pigmentos y cera, también usaban temple y fresco. Los motivos decorativos que pintaban, iban desde paisajes, hasta cuadros de costumbres o imitaciones arquitectónicas, pasando por caricaturas y retratos. Combinaban también objetos naturales creando un género que se llamó "grutesco". La decoración de vajillas, las composiciones de mosaicos y las miniaturas sobre pergamino, fueron otros de los muchos géneros pictóricos del Arte Romano.
Hay cuatro estilos pictóricos, el de incrustaciones, el arquitectónico, el ornamental, y el del ilusionismo arquitectónico.
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